Impresionistas, la música está hecha de color y de tiempos ritmados.

Llamar Impresionistas a los artistas era un término peyorativo, pero acabaría convirtiéndose en el estilo que revolucionaría arte y música.

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A finales del siglo XIX surgió un grupo de pintores que, al contrario de lo que hicieron sus antecesores, se afanaron en captar la luz más allá de las formas y por dar la máxima importancia al color y a la inspiración directa de la realidad. El nombre de impresionistas les fue impuesto de modo peyorativo por el crítico Louis Leroy al ver el cuadro de Claude Monet titulado Impression, soleil levant, mostrado en la primera exposición del grupo en 1874. Lo habitual hubiera sido exponer en el Salón Oficial pero los nuevos artistas, conocidos como Los Rechazados, tuvieron que hacerlo en el Salón del fotógrafo conocido como Nadar, uno de los pocos lugares alternativos donde les permitieron exhibir sus obras.

A partir de 1887 comenzaron a dejarse ver un grupo de artistas que también serían llamados impresionistas. Eran músicos que proclamaban el ocaso del romanticismo tras el esplendor alcanzado por Berlioz, Chopin y Brahms, y comenzaban a sentir la imperiosa necesidad de independizarse del espíritu profundamente germano marcado por Wagner. La búsqueda de una identidad musical propia más conforme con su idiosincrasia llevó a esos músicos a beber en otras fuentes de inspiración, y a experimentar con unos recursos técnicos y expresivos que a veces parecían muy novedosos y a veces muy antiguos.

De un modo similar a lo ocurrido en la pintura, el término impresionismo comenzó a aplicarse de forma peyorativa a la música de Claude Debussy en el informe del jurado del Premio de Roma convocado por la Academia de Bellas Artes de París. Atendiendo a su origen, es lógico pues que se haya establecido esa analogía entre ambos impresionismos, más cuando, tanto en música como en pintura, la connotación negativa del término acabó desapareciendo a medida que ganaba terreno un nuevo estilo que estaba llamado a revolucionar el arte occidental en los albores del siglo XX.

Entre las autoridades en la materia existe acuerdo en señalar a Debussy como fundador del movimiento, y también, aunque de manera más matizada a Maurice Ravel. También coinciden a la hora de considerar a Gabriel Fauré el artífice de las primeras manifestaciones del impresionismo musical, una especie de precursor en lo que concierne a refinamiento, originalidad y elegancia. Mucho más complicado es definir el papel del atípico y peculiar Erik Satie, un compositor refractario a cualquier influencia pero que ha sido vinculado al dadaísmo, al surrealismo incluso al neoclasicismo. Satie ejerció influencia sobre los impresionistas, pero también sobre el llamado Grupo de los Seis que encontraron un referente en Satie como reacción al influjo de Debussy.

En cierta ocasión, Debussy dijo que la música no es por naturaleza algo que pueda someterse a una forma rigurosa y tradicional. La música está hecha de color y de tiempos ritmados. Solamente Bach ha presentido la verdad. Para acompañar a Bach en su presentimiento, Fauré, Debussy, Ravel y Satie, cuatro compositores con los que encontramos los antecedentes, el punto culminante y la posterior evolución del impresionismo musical francés.

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